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Jorge Varona Rodríguez
Aguascalientes, Ags, 28 de septiembre 2015.- (aguzados.com).- Pasaron 54 años desde el rompimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. El acercamiento parecía distante, alejado del corto plazo. En pleno siglo XXI, la Guerra Fría conservaba su último aliento, sus estertores circundaban a una pequeña porción de tierra en el mar Caribe. Tanto en la isla como en la superpotencia, había fuerzas que endurecían posturas y construían nuevos muros del desencuentro; barreras infranqueables que imposibilitaban la proximidad. Sin embargo, pese a todos los obstáculos, ocurrió el acercamiento.
Ambos países tomaron la importante decisión política de avanzar mediante el diálogo, basado especialmente en el mutuo respeto y la igualdad, para favorecer una convivencia civilizada. De esta forma fue posible hacer a un lado las diferencias, para que estas naciones pudieran transitar por el terreno de las coincidencias.
“El mundo necesita reconciliación en esta atmósfera de tercera guerra mundial por etapas que estamos viviendo”, dijo el Papa Francisco hace unos días en Cuba. Es un auténtico motivo de esperanza, “un signo de la victoria de la cultura del encuentro, del diálogo”, señaló el Obispo de Roma.
Días después, en el Congreso de los Estados Unidos, el Papa indicó que “un pueblo con alma puede pasar por muchas encrucijadas, tensiones y conflictos, pero logra siempre encontrar los recursos para salir adelante y hacerlo con dignidad”. Y fue categórico al señalar que “copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar”. Por lo que, al hablar de la responsabilidad de los servidores públicos, mencionó: “nuestro trabajo se centra en devolver la esperanza, corregir las injusticias, mantener la fe en los compromisos, promoviendo así la recuperación de las personas y de los pueblos”.
Pero la agenda de Jorge Bergoglio es más vasta. Se ha asumido como un legítimo liderazgo ético, que a nivel global aboga por los excluidos y los descartados de las oportunidades, que ahonda con profundidad en el desafío del desarrollo sustentable y nos llama al cuidado del planeta, nuestra casa común. Conoce bien la complejidad de los retos sociales, económicos y medioambientales que enfrentamos en el mundo. Sabe que sin generosidad, sin disposición, sin trabajo y compromiso, no hay cambio posible. Por ello señala: “construir un futuro de libertad exige amor al bien común y colaboración con un espíritu de subsidiaridad y solidaridad”.
Con cierta frecuencia se ha querido etiquetar de populista su postura acerca de la creciente desigualdad y las perversiones de una economía al servicio del dinero y no de las personas. Pero la voz del Papa no está sola en el desierto. Su crítica al sistema económico, coincide en múltiples aspectos con algunos de los más prestigiados economistas, como Amartya Sen, Joseph Stiglitz, Paul Krugman y Thomas Piketty, por mencionar a algunos. Entre ellos existe un consenso: la economía actual enriquece más a los ricos y empobrece más a los pobres, es insostenible en el largo plazo. De ahí que sea imperativo que la economía tenga como centro la vida comunitaria, ya que, como señaló Francisco I, “la creación de puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común”.
Considero que desplegar y hacer trascender una cultura del encuentro, es esencial para el desarrollo social desde una perspectiva democrática. Como indicó el prelado en este emblemático viaje: “se nos pide tener el coraje y usar nuestra inteligencia para resolver las crisis geopolíticas y económicas que abundan hoy”. Y al convocarnos a edificar un mundo más solidario, nos dice: “toda actividad política debe servir y promover el bien de la persona humana y estar fundada en el respeto de su dignidad”.
El Papa envió mensajes claros. “Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste”. Llamó a no olvidar la responsabilidad “de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo”. Haciendo referencia a la encíclica Laudato si, exhortó: “necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”. Y recordó: “un buen político opta siempre por generar procesos más que por ocupar espacios”.
Bergoglio fue categórico: “¿por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad?”. La respuesta fue determinante: “es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre”. Este es un tema fundamental para preservar la paz, evitar guerras y quitar poder a las organizaciones criminales, que envenenan a la juventud, destruyen el tejido social y cobran la vida de miles de inocentes. Nuestra nación está viviendo de manera trágica esta realidad. Por ello, su voz es la de miles de familias mexicanas víctimas del crimen y la violencia. Por lo que advirtió: “frente al silencio vergonzoso y cómplice, es nuestro deber afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas”.
El Papa Francisco llama a “combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico”. Ninguna manifestación de violencia se justifica, por lo que convoca a oponerse al “reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos…, en justos y pecadores”. La realidad humana y social es mucho más compleja que eso, no la distorsionemos ni por razones ideológicas, y, mucho menos, por proyectos políticos personales. Asumir esta problemática, a escala nacional y global, es responsabilidad compartida.
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Socorro Ramírez O
Aguascalientes, Ags, 22 de septiembre 2015.- (aguzados.com).- ¡A creer a la Iglesia! Nos decía aquel maestro de obligaciones jurídicas Alfonso Pasapera y Mora (se lo juro que así se llamaba) y es que gustaba él de preguntar sin decir ¡agua va! a cuanto alumno sorprendía en el ensueño, el despiste o el relax. A ver Usted González, ¿Cuáles son los sujetos de la obligación jurídica?- Esteee, pues, yo creo- ¡Nada de yo creo! Interrumpía Pasapera y Mora, ¡A creer a la iglesia! Aquí se habla con fundamento y argumento. Explique su argumento y deme el fundamento doctrinario o legal. Está por demás decir que “obligaciones” representaba el típico cuello de botella en el quinto cuatrimestre de la carrera de Derecho en la Universidad Tecnológica de México, campus Marina Nacional y que a mi querido maestro Pasapera y Mora, más de un resentido alumno habría querido preparar en un coctel de pasa, pera y mora ¡Hágame Usted el favor!
Con fundamento. Una carrera política con fundamento y argumento es sin duda la del panista Fernando Herrera Ávila. Hoy que se imponen los políticos instantáneos y que aquello de “dilatada trayectoria política” se interpreta como -bueeeno, tardó un poquito en decidirse, pero después de mucho pensarlo decidió que lo suyo es la política-. Hoy que para disfrazar el declive de sus negocios, algunos empresarios deciden “perderle” -¡Ja!- con tal de hacer el bien común o social para la ciudadanía, y que otros tantos líderes de opinión pervierten su propia colaboración en causas y organizaciones ciudadanas (que en esencia deben ser apartidistas) para vender caro su prestigio social al mejor postor; brillan excepcionales y dignas las carreras profesionales políticas como la de Herrera Ávila.
Con Derecho. “Si no participas, no te quejes”, retaba en los ochentas, una barda publicitaria sin autor, ubicada en calle Ignacio Zaragoza y Cinco de Mayo. Esta cocino-política, pasaba por ahí con frecuencia para llegar a casa de la abuela Juana Casillas y siempre llamaba mi atención esa propuesta de participación-exigencia; una incipiente invitación al cogobierno, mucho antes de que fuese un modelo democrático de dirección pública.
Años después, cuando Fernando Herrera fue compañero del cabildo 92-95, me enteré que el autor era él; un joven estudiante de la agrupación derechista DHIAC en Agüitas, y panista en los tiempos que era impensable su triunfo en lo local y ¡por supuesto! en lo federal: Herrera Ávila militaba en el partido acción nacional cuando no había posiciones que disputar, ni prerrogativas que repartir; por eso hoy que se le ratifica como Coordinador de los Senadores del PAN en la LXIII legislatura, en el que es el espacio político más importante que ostenta cualquier hidrocálido, ni duda cabe que tiene el mejor derecho: el que le da toda una vida de militancia política leal.
¿Cuestión de fe? El ascenso a la coordinación de sus correligionarios senadores panistas en la cámara alta, no es ninguna cuestión de fe; acaso lo será por las siglas de su nombre. Pero para acceder a ese espacio, al senador Fernando Herrera Ávila lo respalda no sólo la fuerza de su convicción de partido, sino una carrera en la función pública y la política que incluye el liderazgo de los jóvenes, la consejería estatal y la consejería nacional de su partido. Fue Secretario Estatal de Desarrollo Social y en el mismo rubro Coordinador Nacional Adjunto de Vinculación Institucional.
No pierda de vista a este aguascalentense panista estimado lector, apreciable lectora. Polemista natural, operador político eficaz y político tenaz, es un hombre que arriba en la mediana edad a un cargo clave en dos escenarios: el de su propio y poderoso partido y el del ámbito central que, nos guste o no, sigue siendo el gran crisol concentrador del poder en México.
Desde esta cocina política, veo incrustados en la vida pública nacional de primer nivel, a pocos aguascalentenses: Lorena Martínez y Oscar López-Velarde Vega en la función pública. El polémico Jesús “Chucho” Ortega (y señora) en la burocracia partidista y Fernando Herrera Ávila en cargo de representación política. Así que ya que hablamos de fe, puede ir Usted meditando, como decía mi abuela Juanita (la de 5 de Mayo) si alguno es “santo -o santa- de su devoción”, o bien puede usted exclamar como el maestro de frutal apellido ¡A creer a la iglesia!
Nos vemos en la próxima. Recuerde que en esta su cocina, no sólo se come. También se escribe, se lee y se conversa de todo, particularmente de política.
CODA. Fernando Herrera Ávila, Contador Público y Licenciado en Derecho, es Senador por Aguascalientes y Coordinador de la Fracción Parlamentaria del PAN en el Senado de la República. Ha sido regidor, diputado local y diputado federal por el mismo partido.
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Socorro Ramírez O
Aguascalientes, Ags, 14 de septiembre 2015.- (aguzados.com).- Nada de dietas ¿eh? Hoy es día de una deliciosa cena mexicana en familia, o con los amigos o de plano con algunos conocidos con tal que estén dispuestos a pasarla bien y festejar el 205 aniversario del inicio de la guerra de Independencia de México.
Este día las amas de casa nos afanamos por brindar lo mejor de nuestra cocina y nuestra casa. Como buenas mexicanas nos gusta recibir y consentir. Lo primero que preparamos es una bonita decoración mexicana en casa: papel picado, rebozos, sombreros y serpentinas de papel con los clásicos colores verde, blanco y rojo. Infortunadamente este año nos está prohibido a las amas de casa hidrocálidas lucir como ornamento los tres colores, y para no tener problemas con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que puede considerar que nuestros invitados serán influenciados para votar por Goyo Zamarripa, mejor “vestimos” la casa de dorado que es un color sin tendencia política, bueno, siempre que los Magistrados Nava, González y Carrasco no consideren que se manipula el voto a favor del aspirante a la presidencia de los Estados Unidos de América, el magnate xenófobo Donald Trump, por aquello de su característico pelo dorado. ¡Hágame Usted el favor!
¡A las aguas! Lo siguiente a disponer, son las típicas aguas frescas: de alfalfa –con un toque de piña y pingüica-, de horchata (queda más blanca si se le agrega una lata de leche condensada) y de flor de jamaica. ¡Pero! Aquí también entramos en el dilema de la “indebida influencia” en nuestros inocentes invitados, que al beber de esas ricas bebidas tricolores, podrían salir corriendo tal como en la novela “Como agua para chocolate” de Laura Esquivel, a tener amores con quien se atreviese y ¡Oiga Usted, la que se armaría! Ya que los convidados correrían rumbo a Jesús María, a buscar y besuquear al sorprendido Goyo, quien seguro sólo atinaría a exclamar ¡De uno en uno! ¡De una en una! ¡No echen montón! Y todo por el mal influjo de unas tricolores aguas frescas.
El pozole. En esta su cocina gustamos de tener opciones para complacer todos los gustos. Preparamos el pozole verde de maíz amarillo bien tiernito, con pollo, para los que cuidan su colesterol. De maíz morado bien reventado, con espinazo de res –con todo y tuétano- para los que gustan de lo tradicional, y de maíz blanco reventado, sin carne, pero con su rábano picadito y ricas rebanadas de aguacate para los vegetarianos y veganos. ¡Pero oh cruel realidad electoral! Con toda anticipación recibimos la prevención del Magistrado Nava, advirtiendo que en esta ocasión sólo podríamos preparar el rico pozolito de un solo color, a fin de que no nos declararan invalidado nuestro septembrino festejo y pasáramos a cubrir la sanción correspondiente por nuestra inverecundia.
Puesto que en esta cocina, a nadie obligamos a comer lo que no desea o lo que su salud no le permite, decidimos no preparar pozole, en tanto no se realice la elección extraordinaria en el primer distrito electoral federal de Aguascalientes. Vaporeras y “platos burdos” regresaron al sótano ¡Será para la próxima!
Los aperitivos ¡Ni lo piense Usted! Estimado lector, querida lectora: nada de mezcalitos ni tequilitas bandera. Un incoloro caballito de vodka sería admisible, pero considere el origen de la bebida ¿eh? No vaya Usted a terminar señalado o señalada de bolchevique.
¿Y las ensaladas? Una de mis cuñadas, desesperada ante la falta de opciones sugirió ofrecer ensaladas. ¿Pero cuál? Respondió otra cuñada igual de frustrada: la mexicana lleva nopalitos cocidos verdes, jitomate rojo picado y cebolla picada, además de sus condimentos como chile serrano picadito y cilantro (más verde); la de la casa lleva lechuga escarola (verde), jitomatitos pequeños por mitad (rojo) y ricos trozos de queso (blanco ¡Ja!) con su aderezo secreto de orégano -¿Va Ud. a creer que esa cuñada no quiere dar la receta?- ¡Se las voy a poner fácil! Aclaré yo, con esa sabiduría electoral que me caracteriza: no se puede preparar nada verde, blanco, rojo, azul, amarillo, turquesa, naranja, café, morado, violeta o bermellón y menos en las combinaciones que pudieran alienar a los invitados y llevarlos a favorecer corriente política registrada en la elección federal alguna vez anulada, y que en alguna ocasión muy, muy lejana se llevará a cabo (creo).
¡Híjole! Pues ahora sí que nos pusieron muy difícil la toma alguna decisión en torno a la noche del quince de septiembre de este año. Creo lo mejor será esperar que algún día se reponga la elección caída.
En vista de los dudosos criterios de los magistrados Nava, González y Carrasco; tengo que contradecir mi consejo inicial: lo mejor será ponerse a dieta. ¡Viva México!
¡Nos vemos en la próxima! Recuerde Usted que en esta, su cocina, se come, se lee, se estudia y se conversa de todo; particularmente de política.
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Jorge Varona Rodríguez
Aguascalientes, Ags, 21 de septiembre 2015.- (aguzados.com).- El cambio es la constante de nuestro tiempo. Vivimos un proceso de modernización y transformación de estructuras sociales, económicas y políticas, en una “aldea global”, tal como denominó hacia fines de la década de 1960 el filósofo Marshall Mc Luhan, a una interconexión humana a escala global, generada por los medios electrónicos de comunicación; una aldea global de alta proximidad por los avances en esos mismos medios de comunicación y los de movilidad, los progresos en la ciencia y la tecnología, así como por los flujos comerciales y los desplazamientos poblacionales.
A partir de estos fenómenos, la globalización, la interdependencia y la consolidación de bloques regionales, avanzan, al parecer irrefrenablemente. El aislacionismo –incomunicarse del mundo y no intervenir en los problemas internacionales–, y la autarquía –establecer una economía autónoma y cerrada al exterior– no son sólo imprácticos, sino insostenibles.
Por definición, el desarrollo político lleva implícito la idea del cambio y la transición. Puede traer consigo, también, el avance hacia formas democráticas de gobierno, más o menos imperfectas. Se trata, pues, de la transformación de estructuras, procesos y metas, que afectan la distribución y el ejercicio del gobierno en una sociedad; de la reconformación de la influencia y el poder político. Un sistema puede adaptarse a las nuevas demandas y alteraciones en el contexto de operación, o caducar y ser reemplazado.
Un sistema político se desgasta al no afrontar cabalmente los cambios que surgen del seno de la sociedad y aquellos de orden económico. La apertura y la flexibilidad son condiciones indispensables para hacer frente a las demandas sociales, disminuir la presión de grupos en conflicto y configurar instrumentos de adaptación y adopción del cambio social.
Por ello, resulta imprescindible que la acción política posibilite la movilización y la organización comunitaria, a partir de elementos internos, tales como el liderazgo y la formación de estructuras de colaboración, capaces de convertir en acción la voluntad de transformación; y externos, que nos permitan abrevar y aprender de lo que acontece en otras latitudes, para ser y estar en el mundo con mayores elementos para la acción local.
Por otra parte, un problema ingente es que hasta ahora sólo se plantea la reconformación del poder político, pero no se abordan con claridad y precisión acotaciones al poder económico, el cual subyace en todos los problemas de la sociedad. Un tema que no puede seguir soslayándose.
La metáfora del crecimiento lineal y uniforme, que proyecta para todos los países el tránsito por las mismas etapas de desarrollo, se plantea como una definición incontrovertible. Sin embargo, no puede haber iguales períodos de progreso, o idénticas evoluciones agrarias e industriales, para pueblos histórica, cultural, social y económicamente diversos. Es una visión enormemente reduccionista de la realidad, que encuentra su versión más acabada en el modelo neoliberal, el cual postula el Estado mínimo y el mercado máximo.
De ahí que sea importante hacer hincapié en que el tránsito hacia la modernidad no tiene forzosamente que someterse a ningún determinismo. Es decir, los países no tienen por qué acatar el dictado unilateral impuesto por los grandes centros de poder económico. Suponer que México debe transitar por las mismas etapas de desarrollo, entre la tradición y la modernidad, como lo han hecho naciones como Estados Unidos o Gran Bretaña, es dejar de lado un sin número de particularidades sociales, culturales, políticas y económicas.
Por el contrario, no existe un patrón único de desarrollo ni de modernización, ni ningún requisito universal e indispensable. La imposición a ultranza en un país de un modelo de desarrollo proveniente de otras latitudes puede llevar, y los países latinoamericanos son ejemplo de ello, a distorsiones y tergiversaciones poco propicias para la estabilidad política y la democracia.
Los resultados de estas distorsiones son harto conocidos: hacia adentro, una creciente desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza, el aumento de la extrema pobreza, la fractura de la sociedad en estamentos marcados por la iniquidad y la confrontación clasista, el colapso del mercado interno, y la corrupción como modus vivendi, factores todos que conducen a su vez a fenómenos incontrolables, como el narcotráfico.
Hacia afuera, se profundiza una creciente asimetría en las relaciones de poder económico y financiero, tiene lugar el desplazamiento de la toma de decisiones hacia centros foráneos, y se pone en práctica la extraterritorialidad.
En estos escenarios sociales, potencialmente incontrolables, siempre acecha el peligro del autoritarismo.
Una apreciación alternativa sería que el desarrollo no puede identificarse estrictamente con ningún modelo en particular, sino que es una cualidad que puede caracterizar a cualquier tipo de sistema político, como proponen muy diversos teóricos y científicos sociales.
Resulta ilusorio pensar que los modelos de desarrollo de las naciones más aventajadas puedan funcionar con eficacia en los países menos desarrollados, como los de América Latina. Estos deben buscar y eslabonar sus propios modelos, acorde con sus experiencias históricas, a su realidad social y cultural.
El progreso, concluiría el politólogo Lucian W. Pye, es posible en cualquier escenario de cambio que conlleva “un sentido de avance acumulativo”. No existe una ruta corta y fácil hacia el progreso y el bienestar social. Tampoco hay un camino predeterminado. Los procesos de construcción colectiva del cambio son imprescindibles.
La búsqueda de nuevos modelos de desarrollo, si bien deben converger en la apertura al mundo, su signo vital será la autodeterminación de los pueblos.
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Jorge Varona Rodríguez
Aguascalientes, Ags, 12 de septiembre 2015.- (aguzados.com).- La independencia nacional no únicamente representa un rompimiento con el dominio de España, que emancipa y da autonomía a México, mucho más que eso, constituye la adopción de un nuevo régimen. Es la lucha permanente, día a día, para preservar la autonomía y fortalecer la soberanía, haciendo frente, por más de 200 años, a diversas fuerzas opuestas al interés superior de la nación.
La clave histórica de la independencia de México, se centra en la adopción de un régimen liberal democrático de derecho. No sólo es un evento del pasado, en el cual la nación se desprendió del yugo de un imperio monárquico, se fundamenta en una república de iguales en firme ejercicio de independencia y en procuración constante del bienestar y la equidad social.
Hoy sabemos que don Miguel Hidalgo y Costilla y un importante grupo de independentistas, compartieron las ideas de un insigne aguascalentense, el licenciado Primo de Verdad y Ramos, síndico del ayuntamiento de México, quien fuera encarcelado y asesinado en 1808 por proponer, la sustitución de la dependencia monárquica por una soberanía popular. Un demócrata de su tiempo con visión de futuro, cuyos ideales acompañaron la causa independiente.
Al final de la primera década del siglo XIX, la vida nacional se transforma. México no se encierra en sí mismo. Se abre a las nuevas ideas que hay en el mundo. En los albores de la lucha armada, se deliberan pensamientos democráticos, se plantea la división de poderes, los derechos humanos surgen como un tema central para la naciente nación que aún consentía la esclavitud.
Tres años después del Grito de Dolores, el acto emblemático encabezado por Miguel Hidalgo y Costilla, que marca el inicio de la guerra de independencia, José María Morelos y Pavón convoca a un congreso constituyente, el cual inicia en Chilpancingo y concluye en Apatzingán. Fue y es una clara demostración histórica del verdadero sentido y la naturaleza esencial de la independencia, del anhelo de un pueblo que se desprende de la dominación y se torna soberano. Unión emancipadora de pensamiento y acción, que se aboca a materializar la independencia en derechos sociales.
Morelos, a quién reconocemos como el Siervo de la Nación, sabía perfectamente que independizarnos de España abría la gran oportunidad de estructurar con hondura al país. En ese sentido, los ideales liberales, democráticos y sociales, se convirtieron en los cimientos sobre los cuales comenzó la construcción del México independiente.
Los Sentimientos de la Nación, es el documento que redacta Morelos para iniciar los trabajos del congreso. Representa una trascendental aportación de filosofía política y bases jurídicas de gran contenido social. Integra las ideas esenciales que dan verdadera vida a nuestra independencia.
El texto plantea que la soberanía proviene del pueblo y la división de poderes. Postula que las leyes a redactar por los constituyentes “obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto”. Expone “que la esclavitud se proscriba para siempre, y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales, y sólo distinguirá a un americano de otro, el vicio y la virtud”.
Las libertades civiles y los derechos políticos, postulados por la democracia liberal se enriquecen con los derechos sociales plasmados en los Sentimientos de la Nación, en la inteligencia de que la suma de derechos integra el aglutinante que une a un pueblo soberano.
Los mexicanos de hoy, como herederos de nuestra historia, tenemos la encomienda de defender con firmeza nuestra autodeterminación, la unidad nacional –unidad, que no uniformidad– y perseverar en la construcción de un país con mayores niveles de bienestar y con pleno respeto a los derechos humanos de la vasta diversidad que integra México.
“La intolerancia sería el camino seguro para volver al México bronco y violento”, nos advirtió don Jesús Reyes Heroles. Por ello, el reto y la virtud de la causa democrática se significan en la labor constante que construye civilización, que combate la desigualdad social, crea ciudadanía, escucha, integra y amplía la participación.
Para hacer más extenso y sostenido el beneficio común, es indispensable que retomemos lo mejor de nuestro pasado y lo proyectemos hacia el porvenir mediante la confianza, el trabajo tenaz, la construcción de consensos y la expresión práctica de la solidaridad y la dignidad humana.
El 16 de septiembre de 1810, simboliza el inicio del caminar de un pueblo, que sumó coraje y valor, para conseguir su independencia y transformarse en una nación que vive en libertad, bajo el amparo de la justicia y el respeto a la dignidad de las personas. Es decir, la independencia no es un hecho que concluyó en el pasado, es origen y recuerdo vivo, que nos reclama una lucha en defensa de la soberanía y la construcción de un mejor porvenir.
Al rememorar nuestro pasado e ir recorriendo la evolución democrática del país, resuena la voz profunda de nuestro pueblo. Nos llama a no traicionar nuestros orígenes y continuar forjando una nación de individuos libres que ejercen sus derechos sociales.
Como señaló don Benito Juárez: “La democracia es el destino de la humanidad futura, la libertad su indiscutible arma; la perfección posible, el fin a donde se dirige”.
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