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NOTAS ACERCA DE LAS IDEAS POLÍTICAS XLIII

 

 

  • Hegel 1/6. Laberinto conceptual y lingüístico 

 

Jorge Varona Rodríguez

 

Aguascalientes, Ags, 04 de abril de 2024.- (aguzados.com).- En las explicaciones en torno a la complejidad de la obra de Hegel, tanto por contenido como por lenguaje, Carlos Díaz (traductor al castellano de “Fundamentos de la Filosofía del derecho, Ed. Fontamara, 2015), señala que “Hegel resulta experto en metáforas, pleonasmos y eventuales repeticiones, pero siempre avanza en paralelismo progresivo”. (P. 33)

Hegel “no siempre respeta el uso estable de los significados nuevos que él mismo ha convenido en introducir, cambiando arbitrariamente de términos para explicar el mismo concepto, o concluyendo así aleatoriamente: ‘en lo sucesivo, lo que en cada caso signifique tal o cual palabra se entenderá a partir del contexto en relación con la totalidad’” … Por ello, desde sus contemporáneos, se atribuye a su discurso un carácter “dificultoso y fatigante, donde no se sabe si las ideas son oscuras por originales u originales por oscuras … el estilo de Hegel crea una especie de idiolecto científico tomado de las lenguas más diversas, verdadera Babel intelectual que renueva el prodigio de la confusión de lenguas. No existe una lectura más fatigosa que una página de Hegel”. (P. 34)

Incluso, Lenin se quejaba que “algunos párrafos hegelianos pueden producir cefalalgias”. Adorno comentó que de la lectura de la filosofía de Hegel “de vez en cuando no se sabe ni se puede averiguar concluyentemente de qué está hablando, y con el que en definitiva ni siquiera queda garantizada la posibilidad de semejante averiguación”. (P. 35)

Más aún, prosigue Díaz, el propio Hegel comentó: “cuando escribí la Fenomenología del Espíritu éramos dos a comprenderla, el buen Dios y yo; ahora temo que sólo la comprenda el buen Dios … sólo he sido entendido por un hombre (Victor Cousin), y aun éste me entendió malamente”. Y, finalmente, un comentario más: “también conceptualmente entraña Hegel ciertas dificultades, al no coincidir la acepción de sus términos (como formal, concreto verdadero, etcétera), con el significado tradicional de los mismos”. (P. 36-37)

De tal manera, para comprender debidamente las ideas políticas de Hegel, es necesario abordar tanto su pensamiento filosófico, como su método y su ética, ya que en ese contexto teórico se desprenden sus reflexiones sobre el Estado. Al tomar en cuenta su misticismo y el consecuente rigor de su idealismo, debe dimensionarse el valor de sus aportaciones a la historia de las ideas políticas, a pesar de la validez de las críticas de los filósofos materialistas.

Hegel asume las especulaciones de los pensadores griegos, explica Sabine, según las cuales “los procesos históricos se desarrollan a través de los contrarios. Toda tendencia se desarrolla al máximo [y] lleva en sí una tendencia opuesta que la destruye” o niega. Esta “oposición de los contrarios es universal, [tanto en la naturaleza como en el pensamiento humano]. En todas partes, las fuerzas se convierten en sus contrarios”, son “la dinámica de la historia”, en equilibrio jamás permanente, sino que confieren “continuidad y dirección al cambio”.

Además, la contradicción (oposición) al no ser absoluta, genera el intercambio e interrelación entre los objetos y fenómenos de la naturaleza, así como en el conocimiento de ese proceso que parcialmente es verdadero y, a la vez, en parte es error. Al sopesarse y confrontarse surge una “tercera posición que une la verdad contenida en ambas” [la primera tesis es negada por la antítesis, a su vez negada por la síntesis: negación de la negación. Esta nueva tesis genera, a su vez, su negación, su contrario, y así sucesivamente].  “Hegel creía que esta era la idea fundamental expresada por Platón en sus diálogos y, en consecuencia, adoptó el término de Platón, la dialéctica [mayéutica], para designar el proceso” (Historia de la teoría política, p. 485).

Según Hegel, lo esencial es el Espíritu que se reproduce a sí mismo en el transcurso de la historia y en el desarrollo de la naturaleza. Para Hegel (Fenomenología del Espíritu) el conocimiento del ser humano, de la naturaleza y de la realidad social, solamente es posible mediante la comprensión de la voluntad del Espíritu, el cual se revela en su propia dialéctica –devenir--, y se manifiesta en el desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento humano. La aprehensión de la complejidad del pensamiento hegeliano es accesible al dar seguimiento al entrelazamiento de estos diversos procesos dialécticos que culminan en el Estado.

Hegel crea su propia teoría del conocimiento, esencial para comprehender su exposición acerca de la dialéctica Espíritu-naturaleza-ser humano-sociedad. El conocimiento es problema, propone Hegel, de forma y contenido, de esencia y apariencia: correlación dialéctica entre ambos: objeto-percepción-conciencia-concepto-reflexión-entendimiento. El fenómeno es parte de la esencia como realidad y como conocimiento, pero el objeto convertido en concepto es su negación. Es el planteamiento elemental de la dialéctica: tesis-antítesis-síntesis.

Estas ideas traducidas a la teoría política de Hegel indican que “el Estado es la sustancia ética consciente de sí … la esencia del Estado … mediante el principio del querer que sabe y es activo en sí, recibe la forma de universalidad … esto es, quiere por sí esta racionalidad” (Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, parágrafo 535). El Estado es a) primero su formación interna… la Constitución; b) individuo particular [y su] relación con otros individuos, lo que da lugar al derecho exterior de los Estados. Pero, c) estos espíritus particulares son sólo momentos en el desarrollo de la idea universal del Espíritu en su realidad, y ésta es la historia del mundo o historia universal” (Op. Cit., parágrafo 536).

 

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