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EL ESTRÉS Y SU IMPACTO EN NUESTRA VIDA DIARIA

 

 

  • El estrés nos impulsa a actuar para resolver situaciones y alcanzar metas; sin embargo, se vuelve patológico cuando supera nuestra capacidad de respuesta y afecta nuestro bienestar

 

Atziri Arroyo Ruiz *

 

Guadalajara, Jal, 21 de junio de 2025.- (aguzados.com).- Últimamente en los medios de comunicación ha sido un tema muy en boga: la vida moderna ha moldeado que vivamos de manera acelerada con múltiples ocupaciones y pensando constantemente en lo que sigue por hacer, y lo más normal es que nuestro sistema nervioso reaccione a ello, de hecho, es el que sustenta el mecanismo que nos permite llevar estos procesos.

Sin embargo, este estado de forma sostenida ha traído múltiples consecuencias negativas que llegan a tener impacto incluso en la salud pública, muchas veces sin que se tome en cuenta de dónde vienen.

¿Qué es el estrés?

Es importante que comprendamos que el estrés de inicio no es malo. De hecho, es un mecanismo natural de nuestro sistema nervioso que busca activarnos para darnos el impulso de levantarnos y llevar a cabo nuestras actividades del día.

En un ejemplo burdo, si no nos preocupara tener calor o frío, no generaríamos tan espontáneamente la conducta de protegernos del clima.

Así, si no nos preocupara llegar a fin de mes, sería un poco más complicado tener el impulso de salir a trabajar. O cuando tenemos muchos pendientes o tenemos a personas que dependen de nosotros, hemos de tener cierto impulso a la acción.

¿Cómo afecta el estrés a la salud?

Pues esa es la razón de ser del estrés, impulsarnos a resolver o modificar situaciones para sobrevivir, alcanzar objetivos, satisfacer necesidades o mejorar nuestro estado. Entonces, ¿cuándo el estrés se vuelve patológico? Lo podría resumir de la siguiente forma:

Cuando interfiere la evaluación que cada uno hacemos sobre el bienestar de nuestra vida

Cuando no nos permite cumplir con nuestra rutina o interfiere negativamente en nuestras actividades de la vida diaria

Cuando tiene consecuencias físicas

Cuando nos roba demasiado tiempo y atención

Cuando este estado de estrés elevado se mantiene por algún tiempo (el criterio clínico es a partir de 6 meses), se han hecho evidentes distintas implicaciones en la salud.

Estas implicaciones de la salud están relacionadas con la secreción de una sustancia que se libera en la amígdala cerebral, se llama cortisol y se conoce como la hormona del estrés.

Su función es poner al sistema nervioso en un estado de alerta, pero en exceso tiene consecuencias como la muerte neuronal que se relaciona con disminución en el rendimiento cognitivo general, pero de manera más evidente, sobre la atención y la memoria que se podría notar en el aumento de olvidos cotidianos; los cambios de estado de ánimo que aumentan la irritabilidad y la posibilidad de desarrollar cuadros de ansiedad y depresión.

Además, el desequilibrio químico que sucede a causa del cortisol puede influir inconvenientemente en el metabolismo, los ciclos de hambre y sed, incluso los del control de peso y los de eliminación.

Como podemos ver hay consecuencias cognitivas y emocionales, pero también las puede haber físicas, como enfermedades del aparato digestivo como gastritis, colitis y otras que guardan una conexión directa con los cambios en la actividad del sistema nervioso.

Existen casos de personas que desarrollan cuadros de enfermedades como diabetes, algunos tipos de cáncer, enfermedades neurológicas y autoinmunes que si bien, no son solamente causados por estrés, a veces si son desencadenados por este, cuando ya contaban con otros factores precursores.

Por otra parte, existe una línea de investigación en desarrollo sobre las implicaciones del estrés materno en el desarrollo de los hijos en el vientre que han correlacionado con trastornos del desarrollo en la infancia, diferencias en estructurales y funcionales en las áreas del cerebro que participan en la sociabilidad, en la regulación emocional y en el control de la conducta, lo que abre la puerta a la idea de que el estrés excesivo no solo afecta a quien lo padece, sino también a su descendencia y a su entorno.

Atziri Arroyo Ruiz

*  Atziri Arroyo Ruiz es profesora de Psicología de la UAG

 

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